Un nuevo libro 
señala que la fuerza de voluntad no es innata. Se trata más bien de una 
cualidad que se debe aprender a ejercitar, como un músculo, para tomar 
decisiones acertadas. 
Para que las personas logren ser 
exitosas necesitan algo más que un coeficiente intelectual elevado y una
 dosis de buena suerte. Deben saber controlar sus emociones para evitar 
caer en las tentaciones y cometer errores que puedan afectar su 
bienestar y los objetivos que se han trazado. Sin embargo, ese 
autocontrol requiere de una motivación y un impulso interno: la fuerza 
de voluntad, una cualidad que pocos creen poseer pero que cualquiera 
puede desarrollar y convertirla en su mejor aliada. Así lo afirman Roy 
Baumeister, un profesor de Psicología de la Universidad del Estado de 
Florida, y John Tierney, un irreverente y galardonado columnista de The 
New York Times, autores del libro Willpower: Rediscovering the Greatest 
Human Strength. Ambos investigaron a fondo su funcionamiento y cómo 
afecta la vida diaria de las personas.
Aunque
 los conceptos de autocontrol y fuerza de voluntad fueron tratados por 
grandes pensadores de la historia como Aristóteles, Nietzsche o Darwin, 
quienes los veían como elementos que diferenciaban a los seres humanos 
de los animales, no fueron estudiados desde una perspectiva científica 
sino hasta en la  década de los sesenta. Un experimento realizado por el 
psicólogo estadounidense Walter Mischel fue clave para empezar a 
entender cómo funcionan estas conductas en las personas y cuáles son los
 efectos que tienen en su vida. Mischel analizó la capacidad de 
autocontrol de un grupo de niños que acababan de cumplir 4 años de edad.
 Para ello los puso a escoger entre comerse un postre de inmediato o 
ingerir dos al cabo de 15 minutos, durante los cuales no debían tocar el
 primero. El investigador les hizo seguimiento y años después descubrió 
que quienes sí fueron capaces de aguantar ese lapso eran personas más 
centradas, sociables, con mayor autoestima y menos estresadas que 
quienes cayeron en la tentación. Sin embargo, el autor señaló que 
aquellos que resistieron "no vencieron el deseo, simplemente lo 
olvidaron". 
A finales de la década de los noventa, Baumeister 
realizó experimentos similares a los de Mischel. El autor hizo que sus 
estudiantes tuvieran que resistir la tentación de comer chocolates 
cuando tenían hambre o de reírse al ver una comedia. A este efecto el 
autor lo llama 'reprimir el ego', un proceso clave para controlar las 
pasiones. Con estos trabajos llegó a la conclusión de que la voluntad, 
al igual que un músculo, puede ejercitarse y fortalecerse, pero también 
puede fatigarse fácilmente porque la gente hoy toma muchas decisiones a 
diario -algunos cálculos señalan que podrían ser entre 2.500 y 10.000-. 
En la misma medida han aumentado las tentaciones, por lo cual esta 
virtud cobra mayor relevancia. Baumeister y Tierney afirman que dicho 
cansancio hace que las personas pierdan fuerza de voluntad, que no sean 
disciplinadas y tomen malas decisiones. "Esta fatiga ayuda a explicar 
por qué las personas del común viven con tanto estrés, se vuelven 
irascibles, gastan más de la cuenta y compran cosas que no necesitan en 
realidad. No importa qué tan racionales o intelectuales sean, tienen que
 pagar un costo biológico", afirma Tierney. 
Los autores afirman que el autocontrol es, en parte, una cuestión mental y las personas pueden neutralizar el deseo por medio de la fuerza de voluntad o de carácter. La clave está en no pensar en lo placentero que es ese pastel o el estímulo al que se enfrenta cada quien en su momento. No obstante, como aclara Jorge Forero, presidente del Instituto para el Desarrollo de la Salud Emocional, en Colombia, "el descontrol está determinado en algunos casos por causas biológicas. Por ejemplo, las personas que sufren de adicciones no pueden controlarse por más fuerza de voluntad que tengan, porque padecen una enfermedad", le dijo a SEMANA.
Los autores afirman que el autocontrol es, en parte, una cuestión mental y las personas pueden neutralizar el deseo por medio de la fuerza de voluntad o de carácter. La clave está en no pensar en lo placentero que es ese pastel o el estímulo al que se enfrenta cada quien en su momento. No obstante, como aclara Jorge Forero, presidente del Instituto para el Desarrollo de la Salud Emocional, en Colombia, "el descontrol está determinado en algunos casos por causas biológicas. Por ejemplo, las personas que sufren de adicciones no pueden controlarse por más fuerza de voluntad que tengan, porque padecen una enfermedad", le dijo a SEMANA.
Pero en la mayoría de las personas, la fuerza de voluntad puede entrenarse. Y para ello es clave la glucosa, que es el combustible del organismo y por lo tanto de la región del cerebro que está involucrada con el autocontrol. De acuerdo con la evidencia encontrada por los investigadores, esta zona necesita de dicha fuente de energía para funcionar adecuadamente. Por ejemplo, Baumeister y Tierney encontraron que si alguien toma una decisión después del almuerzo, lo hace correctamente y sin dudarlo tanto. En un experimento que citan en el libro, realizado en un juzgado de Israel y en el que los jueces debían tomar la decisión sobre si se les otorgaba o no libertad condicional a los acusados, los investigadores notaron que cuando lo hicieron después de almuerzo tomaron la decisión correcta en 65 por ciento de los casos. Esto indica que cada decisión que la gente toma representa un alto consumo de energía.
Lo cierto es que los 
expertos coinciden en que lo más importante es cambiar algunos 
comportamientos y hábitos para lograr ejercitar el autocontrol y 
potenciar la fuerza de voluntad. Haciendo uso de la metáfora del 
músculo, un ejemplo concreto de cómo ejercitar la fuerza de voluntad es 
que la gente siga la cuenta de lo que come, haga ejercicio regularmente y
 use el mouse del computador con la mano menos hábil. Así lo hizo 
Baumeister con un grupo de estudiantes y dichas acciones los ayudaron a 
tener más control de sí mismos y a disminuir sus malos hábitos como 
fumar, beber o comer golosinas y ver televisión en exceso. Como le dijo 
Forero a esta revista, "el autocontrol es un cambio de actitud"
Tomado de http://www.semana.com/vida-moderna/puedo/164231-3.aspx 
Con Cariño
@EdwarGuisao
Asesor en Emprendimiento e Inteligencia Emocional
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